USO DE LA COFIA:PRÁCTICA RUTINIZADA Y REPRODUCTORA DEL SISTEMA SOCIAL DE ENFERMERÍA

https://sombrereroslocos.wordpress.com/2013/11/12/la-cofia/

INTRODUCCIÓN

Se parte de la idea que Giddens no entiende los sistemas sociales simplemente como un conjunto de estructuras, sino que más bien reconoce que los sistemas sociales están dotados de estructuras sociales. Al respecto, Sewell  añade “Los sistemas sociales, según Giddens, no tienen existencia aparte de las prácticas que los constituyen; y estas prácticas son reproducidas por las representaciones “recursivas” o repetidas de estructuras” (1992, p. 6).

En este sentido las prácticas sociales representan, según Giddens (2011), la mejor unidad de análisis a partir de la cual es posible obtener una comprensión profunda de las dinámicas sociales. Estas prácticas son relacionales, es decir, que se producen sólo en interacciones sociales configuradas a un tiempo y espacio; y entre individuos y/o agentes con competencias sociales.

Los individuos, por ende, basan sus interacciones en estructuras sociales que, aunque limitantes, les permiten reproducir sus prácticas diarias. Es lógico, entonces, que las estructuras sociales que los individuos movilizan en su curso de acción no son producto del azar, más bien, son el producto de sus competencias (Giddens, 2011). Estas competencias sociales de los individuos, devienen del conocimiento y/o experiencia, del monitoreo reflexivo de la acción[1] y de la racionalización de la propia acción (ibid).

La racionalización de la acción, Giddens (2011) la concibe desde dos puntos de vista: 1) los actores también de forma rutinaria y convencidos, mantienen una “comprensión teórica continua de los fundamentos de su actividad” (p. 5); y 2) como una justificación discursiva de los agentes por sus acciones, es decir, “se espera que los actores generalmente puedan explicar la mayor parte de lo que hacen, si se les pregunta” (Giddens, 2011, p. 6)

Además, el monitoreo reflexivo de la acción y la racionalización de la acción están enraizados en ciertos componentes psíquicos que engloban la conciencia discursiva, la conciencia práctica y el inconsciente (Giddens, 2011). La conciencia discursiva corresponde a todo lo que el agente puede verbalizar. En consecuencia, la conciencia práctica comprende lo que el agente puede hacer pero no puede expresarse en palabras (ibid).

Sin embargo, a pesar de que los individuos pueden ser capaces de proporcionar una explicación discursiva de las intenciones y las razones detrás de sus acciones, estos mismos individuos, tienen dificultades para explicar las motivaciones de sus acciones; y estas motivaciones residen en el inconsciente[2]. Por tanto, las motivaciones constituyen deseos inalcanzables, a las que el individuo no puede acceder directamente a través de su conciencia práctica o discursiva (Bailyn, 2002).

 Para Giddens, entonces, la mayoría de la acción no está motivada directamente, sino es parte de la rutina (cotidianidad de la práctica), la que conlleva a la continuidad de la personalidad del agente y de las instituciones de la sociedad, a través de su reproducción continua; y esto al mismo tiempo le proporciona al agente una seguridad ontológica (Giddens, 2011).

Con relación a la estructura, se dice que ésta existe solo en la memoria de los individuos y se hace realidad a través de sus prácticas (Giddens, 2011). En contraparte, las propiedades estructurales se refieren a las características estructurales de los contextos espacio temporales, por ende, un sistema social no forma una estructura social, sino que exhibe propiedades estructurales, tal como señala Giddens “Las propiedades estructurales más profundamente arraigadas, implicadas en la reproducción de las totalidades sociales, a las que llamo principios estructurales. Aquellas prácticas que tienen el mayor espacio – tiempo la extensión dentro de tales totalidades puede denominarse instituciones” (Giddens, 2011, p.17)

En este tenor, Giddens (2011) subraya dos componentes de la estructura social: las reglas y los recursos. Las primeras, según Giddens se refieren al “saber cómo seguir” y las presenta como modalidades o procedimientos generales de acción que los agentes movilizan (Bailyn, 2002). Por tanto, las reglas contribuyen a reproducir o transformar las prácticas sociales. Continuando con las reglas, Giddens hace una distinción adicional entre dos tipos de ellas: interpretativa y normativa. Las reglas interpretativas, son las reglas de significación y constituyen el aspecto cognitivo de la estructura social (Cómo lo hacemos). En tanto, que las reglas normativas regulan la legitimación de las acciones (Cómo debemos hacerlo) (Guiddens, 2011).

Los recursos, por su parte, pueden ser asignados o autorizados. Los recursos de asignación comprenden los elementos materiales en el entorno de los agentes, así como todas las técnicas, instrumentos, procedimientos, etc., producidos por los seres humanos (Giddens, 2011). Los recursos autorizados contemplan la organización social del espacio temporal, la organización y las relaciones de los seres humanos en múltiples asociaciones y, por último, la organización de las posibilidades de autodesarrollo y autoexpresión (cómo hacer que otros lo hagan) (ibid).

Con base a lo anterior, se observa que la estructura y la interacción son inconcebibles. Por un lado, las reglas y los recursos son a la vez los medios y los resultados de las acciones de los agentes; por otro lado, las reglas y los recursos también restringen y habilitan interacciones (comunicación, poder y sanción) (Giddens, 2011)

Al respecto, la comunicación implica el uso de esquemas interpretativos de conocimiento y significado que los agentes utilizan para dar sentido a sus propias acciones y a las de los demás (estructuras de significación). El poder se refiere a la capacidad de asignar recursos materiales y humanos (estructuras de dominación). Finalmente, los agentes sancionan sus acciones basándose en normas o estándares de moralidad (estructuras de legitimación) (Guiddens, 2011).

Se hace hincapié que, la vida cotidiana y la estructuración de la sociedad según lo propuesto por Giddens, ocurre en lugares y tiempos específicos, como puede ser una escuela, un mercado, una comunidad y un campo práctico como el de la enfermería, el cual se reconoce a través de su naturaleza y sus propiedades estructurales (Giddens, 2011).

Para comprender lo que está sucediendo, adoptar la práctica correcta, utilizar los recursos adecuados y ajustar adecuadamente la acción a las normas, los agentes recurren a sus competencias para movilizar las propiedades estructurales que sirven de configuración para la interacción. Sin embargo, no todos los agentes tienen el mismo acceso a las propiedades estructurales. Todo esto va a depender de las competencias específicas y del posicionamiento de cada agente, por ende, la mayoría de los encuentros suele darse en co-presencia o rutinarios (Giddens, 2011).

USO DE LA CONFIA COMO REPRODUCCIÓN DEL SISTEMA SOCIAL DE ENFERMERÍA

            El sistema social se conforma como dice Giddens por un conjunto de estructuras sociales, y éstas a su vez se conforman de prácticas cotidianas o representaciones “recursivas” de acciones que mantienen y reproducen la estructura social. En este sentido, el sistema social de la enfermería se conforma de estructuras sociales como las escuelas y/o facultades, las jefaturas de enfermería, los gremios o colegios de enfermeros, los consultorios de enfermería, entre otros; los cuales contienen diversas propiedades estructurales que permiten que la práctica de enfermería siga reproduciéndose bajo un régimen jerárquico, normativo, ético, procedimental, simbolizado y de sumisión hacia otras disciplinas.

            Como bien dice Giddens, sólo a través del análisis de las prácticas rutinizadas como el uso de la cofia, se pueden entender las dinámicas sociales que subyacen en esta disciplina. Al respecto, se añade que desde la formación académica, y en la interacción social entre docentes y alumnos se va construyendo y reproduciendo los significados, esquemas, normas y recursos que conllevan al uso y porte de la cofia.  

            Cabe mencionar que, la cofia es una propiedad estructural de la enfermería, que en sus orígenes se remota a la época de la edad media, cuando la reconocida madre de la enfermería, Florence Nightingale usaba un atuendo sobre el cabello llamado “Toca” o gorro como un símbolo de pureza y servicio a la humanidad; en ese entonces, las tocas eran diseñadas y utilizadas con base a la posición social y a la orden religiosa a la que se perteneciera, por ende, las enfermeras medievales también crearon sus propias tocas, a las que llamaron cofias, para poder crear una distinción y no ser confundidas con servidoras sexuales, específicamente, en el transcurso de la noche, cuando ellas realizaban las visitas a los enfermos.

            Este atuendo, tal y como dice Giddens se internalizo e institucionalizo en la disciplina, y como tal, para su uso se crearon ciertas reglas y recursos que contemplan la identidad, la sencillez, el servicio, las características de porte y la posición jerárquica dentro del sistema enfermero.

Desde esta perspectiva, las reglas y los recursos que trata Giddens, al mismo tiempo que permiten la adecuada reproducción del sistema, también restringen y habilitan las interacciones e integración social. Por ejemplo, la comunicación intersubjetiva entre enfermeros está mediada por la posición jerárquica representada a través de la cofia. En este sentido, el elemento de poder va estar dado desde una posición de mayor rango como la jefatura, a una de menor rango como las enfermeras operativas, y esta estructura de dominación y distinción va estar proporcionada por la cantidad de líneas que se observan en la cofia de la enfermera. Finalmente, con la posición estructural de la enfermera dentro de ese gremio, se podrán establecer las sanciones para aquellos enfermeros de menor rango que no estén acatando las normas. Esta estructura de legitimación del enfermero jefe que porta una confía con múltiples líneas, es lo que permitirá que la estructura se siga reproduciendo a través de esas prácticas rutinizadas y aceptadas por todos los miembros.  En este sentido, la conciencia discursiva de los enfermeros se reflejará en el acto de amor y cuidado al prójimo antes que al propio cuidado, debido a que la confía lleva en su significado la sumisión y servicio al otro. Empero, la conciencia práctica de la enfermera sabe que siempre debe portar la cofia, y también debe producir el mismo discurso ideológico, porque es parte de una normativa ética que le fue trasmitida desde su formación en la academia. Sin embargo, esto no refleja los deseos de éstas a no usar la cofia, los cuales se componen de los siguientes planteamientos: en primera, porque las enfermeras saben que existe una desigualdad estructural que no obliga a los enfermeros hombres a usar dicho atuendo; segundo, porque el uso de la cofia en el interior de las instituciones hospitalarias, representa para ellas disconfort e incomodidad para la implementación de sus cuidados; y tercero, que la cofia, independientemente del simbolismo de identidad que representa, marca una línea vertical de dominación que no representa al liderazgo y empoderamiento transformacional, sino al ejercicio de un poder coercitivo y normativo sobre los menos favorecidos (menor nivel de estudios, menor posición jerárquica, menor especialización de la práctica, menor uso de las tecnologías, menor antigüedad en el puesto, menor autonomía y menores relaciones de conveniencia). Por tanto, entender y explicar las motivaciones de estos agentes para seguir reproduciendo esa práctica rutinizada, es lo que vuelve complejo y atractivo el análisis, porque precisamente es lo que conforma el componente psíquico del inconsciente, el cual es muy difícil de traducir.

Toda la explicación anterior, denota lo que Giddens refería en su teoría sobre el hecho que todas las acciones no están motivadas directamente, sino muchas de estas prácticas son rutinizadas y al mismo tiempo institucionalizadas, porque el agente enfermero racionaliza su acción por convención y seguridad ontológica, por ende, éste justificará su acción discursivamente a través del código deontológico e ideológico que representan a su profesión. Además, que las reglas interpretativas y normativas le enseñan al enfermero cómo debe hacer su práctica mediante el uso de la cofia, porque éste se mueve y actúa simbólicamente a través de las líneas que observa, tal y como ocurre con los semáforos.

Por tanto, se prevé que la cofia como recurso asignado institucionalmente proporciona a los enfermeros los elementos materiales para seguir reproduciendo esa práctica, tales como técnicas de uso, material de elaboración, procedimiento de conservación y ceremonia para su imposición. En tanto, como recurso autorizado institucionalizado comprende las reglas de organización para la comunicación e interrelación entre los agremiados enfermeros, así como la organización para el autodesarrollo y la autoexpresión.

La pregunta ahora es: ¿Los enfermeros también sabrán cómo producir una transformación o ruptura en su sistema social? Al respecto, Giddens (2011) especifica que a través del monitoreo reflexivo de sus acciones, los agentes pueden desempeñar un papel dominante en los procesos de cambio social, gracias a ese poder transformador de la acción. En este sentido, el monitoreo reflexivo y la racionalización de la acción en los enfermeros implicará que éstos tengan la capacidad de crear una diferencia como agente.

CONCLUSIONES

A través de la teoría de la estructuración de Giddens se pudo constatar cómo ciertas prácticas rutinizadas como el uso de la cofia, permiten que un sistema social se siga reproduciendo. Quizás la pregunta ahora vaya en relación del porqué seguir realizando dicha práctica, cuando ésta es una construcción social que se desarrolló en la época medieval, la cual estaba mediada por reglas y recursos de un contexto socio histórico que ya no es compatible con los tiempos actuales.

  En una respuesta más próxima y siguiendo los postulados de Guiddens, se puede añadir que dichas prácticas vienen cargadas de simbolismos y rutinas que no han requerido ni un monitoreo reflexivo ni una racionalización de la acción por parte de los agentes, debido a que éstos poseen una seguridad ontológica, una convención y una justificación discursiva en relación a dicha propiedad estructural.

También se puede agregar, que la implementación de dicha propiedad estructural y práctica rutinizada ha favorecido el orden y actuar de los agentes, la personalidad de los enfermeros y el mantenimiento de un sistema social que se forja en la disciplina, en el trabajo jerarquizado, en la eficacia y la eficiencia, en las relaciones de poder y dominio y en la reproducción de un modelo biomédico hegemónico que trata la enfermedad más que la salud.

REFERENCIAS

  • Giddens, A. (2011). La constitución de la sociedad. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Bailyn, S. J. (2002). Who Makes the Rules? Using Wittgenstein in Social Theory. J Theory of Social Behaviour; 32: pp. 311-329.
  • Sewell, W. H. (1992). A Theory of Structure: Duality, Agency, and Transformation. American Journal of Sociology; 98: pp. 1-29.

[1] Según Giddens (2011), el monitoreo reflexivo de la acción se refiere a la facultad que los individuos tienen de situar su acción en relación con ellos mismos y con los demás. También se refiere a la capacidad que tienen los agentes para controlar los aspectos físicos y sociales de los contextos en los que interactúan (ibid).

[2] El inconsciente incluye aquellas formas de cognición e impulsión que están totalmente reprimidas desde la conciencia o aparecen en la conciencia solo en forma distorsionada. Los componentes motivadores inconscientes de la acción, como sugiere la teoría psicoanalítica, tienen una jerarquía interna propia, una jerarquía que expresa la “profundidad” de la historia de vida del actor individual. (Giddens, 2011)


Published by karlamijangos

Enfermera, apasionada de la investigación, activista social y del movimiento descolonizador en enfermería.

2 thoughts on “USO DE LA COFIA:PRÁCTICA RUTINIZADA Y REPRODUCTORA DEL SISTEMA SOCIAL DE ENFERMERÍA

  1. Una cofia representaba “tu dignidad”, te hacía verte “bonita”, imponente según el número y ubicación de las rayas. Afortunadamente ya no las usamos de manera permanente.

    Like

Leave a comment

Design a site like this with WordPress.com
Get started